RADIO DEL EJERCITO MARIANO INTERNACIONAL SEÑAL EN VIVO : WWW.EJERCITOMARIANOFM.CASTER.FM

miércoles, 2 de septiembre de 2015

NO HAY VUELTA ATRÁS!
vaticanocomunista
La Iglesia está dividida. Y es la Jerarquía la que ha producido esa división. Se ha dividido la verdad del Papado. Se ha dividido a Cristo.
El Papado es una gracia que, desde la muerte del Papa Juan Pablo II, nadie la ha vivido. Todos: Cardenales, Obispos y Papa han dejado caer esa gracia en un saco roto.
La Palabra de Dios no puede ser cambiada. Jesús puso Su Iglesia en Pedro. Y esto es lo que ha sido cambiado. Muchos no han comprendido este cambio, pero ahí están los frutos, las obras: la nueva y falsa iglesia en el Vaticano. Una Iglesia que no es la de Cristo, sino la de los hombres.
Una Iglesia a la que muchos siguen llamando católica, pero sólo le queda el nombre. Una palabra que se ha vuelto un negocio para muchos sacerdotes y Obispos. Ahora quieren vender lo sagrado, los templos, para levantar los nuevos templos de la nueva y perversa iglesia.
Nadie, dentro de esa iglesia batalla por la verdad. Es la iglesia para imponer la herejía a todo el mundo.
Se mata a las almas en nombre de un hombre sin verdad: Bergoglio. Haciendo propaganda de su nefasta doctrina. En el nombre de ese hombre, se destruye la Iglesia, se destruyen las vidas espirituales de muchas almas, se destruye el camino que Cristo ha puesto a las almas para su salvación y santificación.
Han puesto, al frente de esa secta diabólica, a un idiota con cara de maricón: Bergoglio.
«Llegan los tiempos oscuros para la Iglesia de Dios. La división está ya en acto en el interior de Ella. Es este Papa que pone gran freno. Imítenlo siempre en lo que hace» (Conchiglia – 5 de septiembre del 2000).
Imiten al beato Juan Pablo II. No imiten al hereje de Bergoglio.
Juan Pablo II supo frenar la división interna en el Papado. Todos querían cambiar la estructura del Papado: hacer un gobierno horizontal. Y presionaron a Juan Pablo II y no lo consiguieron. Él se mantuvo en la línea de la gracia. Usó la gracia del Papado hasta el final, hasta su muerte. Fue Papa hasta la muerte. Fue un papa católico. No echó en un saco roto esa gracia. No condescendió con los Obispos, que sólo eran amigos del poder y del dinero.
Bergoglio ha abierto la zanja para el cisma en la Iglesia Católica. Ha plantado su gobierno horizontal. Y ya está dando sus primeros frutos diabólicos.
«Ahora, estoy reconduciendo a Casa a Mi Vicario en la Tierra, el único que tenía firmemente en mano las riendas de Mi Iglesia… ¿”Quién” seguirá al mundo? A través de él he dado disposiciones. A través de él les he hecho de guía… Mi Vicario en la tierra fuerte en el carácter, fuerte en la fe, para ser luz y ejemplo a todos…» (Conchiglia – 01 de abril del 2005).
Juan Pablo II: el único que se enfrentó a la masonería. El único que tenía en mano las riendas de la Iglesia Católica. Verdadero y triunfante Papa.
A Juan Pablo II lo dejaron solo, pero gracias a su fe, a su vida espiritual, el demonio no pudo con él. La puerta de su alma quedó cerrada para la obra del demonio. Cumplió con los mandamientos de Dios y eso le llevó a la verdadera libertad del Espíritu. No se convirtió en esclavo del pecado –como muchos sacerdotes Y Obispos- y así pudo obrar la ley de la gracia, la misión que Dios le dio en la Iglesia, hasta el final de su vida. Mantuvo firme, en su mano, las riendas, el gobierno vertical en la Iglesia. Fue Pedro hasta el final de su vida. Fue Voz de Cristo en medio de los lobos infernales que le rodeaban. Los mantuvo a raya. Y tenían que callar ocultando su odio a ese Papa.
Pero quien no cumple con la ley de Dios, tampoco cumple con la ley de la gracia: falla en su ministerio sacerdotal. Falla en la gracia que ha recibido.
«…los adultos que se creen sabios creen que después de él otro papa los conducirá…No se dan cuenta lo que está a punto de ocurrir en la Iglesia» (Ib).
Todos creían que, después de Juan Pablo II, la nave de la Iglesia seguiría sin problemas. Y los soberbios se equivocaron.
Benedicto XVI es el Papa legítimo, pero la puerta de su alma la dejó abierta a la obra del demonio. De esa manera, no pudo cumplir con la ley de la gracia: no llevó la gracia del Papado hasta el final. La echó en un saco roto. No ha podido conducir la Iglesia hacia la verdad que Dios quería. Fue hecho prisionero en el Vaticano y, por su falta de fe, por su debilidad en la vida espiritual, por su pecado, fracasó en la gracia del Papado. No fue un papa católico: no se mantuvo en la línea de la gracia. Abrió la puerta del papado al falso profeta, que llama al Anticristo, que lo convoca para la destrucción de la Iglesia. Dejó la Iglesia en las propias manos del lobo.
«¿Es posible que no se hayan percatado que este Papa, del mismo modo que Pedro, ha sido hecho prisionero? Por esto, habría tenido que apartarse del Vaticano y denunciar cada tipo de crimen dentro de la Iglesia a costo de la muerte física. El riesgo es altísimo, ya que de hecho este Papa es tenido al oscuro sobre hechos, acontecimientos y decisiones concernientes al curso interno y externo de la Iglesia» (Conchiglia – 30 de junio del 2012).
Habría tenido que apartarse….
Benedicto XVI es el Papa legítimo, pero pecador. Por su pecado, no pudo apartarse del Vaticano cuando era el momento preciso. El riesgo era muy alto porque estaba implicado en la obra del pecado. El demonio lo tenía atado. No era libre para seguir al Espíritu de Pedro en la Iglesia. Por eso, no pudo mantenerse fiel a la gracia del Papado. Sucumbió a la presión de los Cardenales y de los Obispos. Y tomó el camino fácil de la renuncia. Ahora, debe callar ante la herejía y el cisma que contempla en el Vaticano.
Porque no hay vuelta atrás.
«No, no hay vuelta atrás. Siempre y cuando Francisco no sea más papa, su legado permanecerá fuerte. Por ejemplo, el papa está convencido que las cosas que ya ha escrito y dicho no pueden ser condenadas como error. Por lo tanto, en el futuro cualquiera puede repetir esas cosas sin miedo y sin ser sancionado. Y entonces la mayoría del Pueblo de Dios con su especial sentido no aceptará fácilmente volverse atrás en ciertas cosas» (texto).
Aquí tienen la mente de los malditos herejes. Victor Manuel Fernandez es un lobo vestido de Obispo. Es un maldito hereje, que habla el lenguaje propio del demonio, que tiene por jefe a otro maldito -como él- al cual adora en su pensamiento humano, y ofrece a las almas el camino de condenación.
«El papa debe tener sus razones, porque él conoce muy bien lo que está haciendo» (Ib): Bergoglio conoce que está condenando almas al infierno. Lo conoce muy bien. Bergoglio conoce que está destruyendo la Iglesia de Cristo. Esto lo conoce y lo quiere con toda su alma podrida. Bergoglio conoce que está interpretando un papel que ha sido obligado a interpretar.
Porque todo masón obra por un imperativo categórico-moral: una imposición de una mente ajena, de una ley en su mente. Y ningún masón sale de esa imposición. Por eso, Bergoglio sabe muy bien lo que está haciendo. Ha sido adoctrinado para esto. Es el juguete de los grandes masones, de sus mayores, de esos hombres ocultos que ni siquiera él conoce. Por eso, no le gusta lo que está haciendo. Bergoglio es orgulloso: es él y nadie más que él. Pero tiene que servir a otro con mayor poder que él. Y esto es lo que no soporta.
Bergoglio es un hereje pertinaz, que vive en su pensamiento herético, incapaz de ver la verdad. Incapaz de obrarla. Incapaz de arrepentirse de sus pecados.
Hereje pertinaz es aquel que defiende su manera de pensar, falsa y perversa, con obstinada animosidad, con terquedad, con persistencia, sin estar dispuesto a corregirse de sus errores, ni de arrepentirse de sus obras de pecado.
La Iglesia condena al hereje pertinaz:
«Queda de propio derecho removido del oficio eclesiástico…quien se ha apartado públicamente de la fe católica o de la comunión de la Iglesia» (Canon 194, n.2).
Pero nadie hace caso a este canon.
Bergoglio es hereje pertinaz: «el papa está convencido que las cosas que ya ha escrito y dicho no pueden ser condenadas como error».
Públicamente, Bergoglio ha manifestado sus herejías, que le apartan de la fe católica. Públicamente, Bergoglio sigue sosteniendo sus herejías manifiestas como verdaderas. Ahí tienen la última entrevista en la cual Bergoglio se echa flores sobre sí mismo. Un hombre que no se arrepiente de su maldad.
Y, públicamente, la Iglesia entera, la Jerarquía, apoya sus herejías. ¡Públicamente! Luego, ninguna Jerarquía tiene derecho a pedir obediencia en la Iglesia. Todos quedan fuera de la Iglesia verdadera. Porque están enseñando la herejía. Están imponiendo la mente de un hereje. Y dan a las almas el camino para obrar la herejía dentro de la Iglesia.
Nadie hace caso del derecho canónico para resolver el problema Bergoglio. Todos son culpables de este gran desastre que vive toda la Iglesia.
Bergoglio ha probado, sin lugar a duda, que es el hombre de la doblez, del engaño, de la manipulación, de los errores y manifiestas herejías, de las blasfemias contra Cristo, contra Su Iglesia y contra el Espíritu Santo. Y merece ser denunciado desde todo púlpito, en toda parroquia católica, en toda casa de familia católica.
El silencio de tantos católicos prueba que ellos viven en la obra de su pecado mortal, que les impide atacar al hereje y la herejía y, por lo tanto, les impide cumplir con sus deberes en la Iglesia: el deber de ser fiel a la gracia que Cristo les ha merecido con su muerte en Cruz. Ya no son fieles de Cristo, son sólo perros atados a la mente de un hombre sin verdad, que ladran para que su amo les eche de comer su herejía.
El silencio de tantos Obispos prueba que ellos no son irreprensibles en sus episcopados: son mujeriegos, codiciosos, desobedientes, rebeldes, amigos del dinero, hinchados de soberbia, infames, que se aman más a sí mismos que a Jesucristo. Merecen la condenación por su silencio culpable. Teniendo la plenitud del sacerdocio, teniendo toda la verdad de lo que es Bergoglio, se someten a la mentira que nace en la mente de ese infeliz, de ese condenado en vida.
Bergoglio no ve sus errores, sus herejías, su cinismo, su hipocresía, su idolatría, su cisma. No lo ve. Él sólo vive en su pensamiento humano que le indica el bien y el mal. Su manera de pensar; su falsa y perversa forma de ver a Cristo y a la Iglesia. El norte de la verdad, para Bergoglio, es él mismo. Lo que él ha escrito, lo que él dice cada día.  Es un ciego que se ilumina a sí mismo con su misma ceguera. Vive en su tiniebla y se alumbra con las oscuridad de su tiniebla.
Esto se llama perversión de la mente humana. El hombre queda pervertido, viciado con las malas doctrinas, perturbado con todas las filosofías y teologías que ha acumulado su mente sin ningún discernimiento. La mente de Bergoglio es una mente que razona sin luz, en las más oscura tiniebla. No discierne nada, porque es incapaz de ver algo.
Bergoglio no puede hacer una crítica sana de ninguna filosofía ni teología porque todo lo saca de él mismo, de su mente humana. Por eso, Bergoglio tiene por padre al demonio, que es mentiroso.
«Cuando habla la mentira, habla de lo suyo propio»: Bergoglio saca la mentira de su propia mente, de su dar vueltas constantemente a las ideas que tiene en su mente podrida, corrupta, inicua. Ideas que sólo están relacionadas con ellas mismas; pero nunca con la Mente de Dios. Nunca con la verdad absoluta.
Bergoglio nunca sale de su mente para comparar las ideas. Está cerrado en su soberbia. Y -como todo soberbio- sólo es capaz de ver su soberbia. No puede ver la luz de la gracia, ni la luz del Espíritu. No puede atender a la luz natural. Bergoglio es una persona sin fe, que ha perdido la fe porque ha asentado su vida en su propia mente, en sus propias luces interiores, que nunca va a dejar porque son la estela de su dios.
Si alguien le dice una idea extraña, que no tiene en su mente, la analiza con su mente y la interpreta según su mente. Si alguien hace referencia al magisterio de la Iglesia, él lo reinterpreta para acomodarlo a su manera de pensar, a su perversidad, a su falsedad de vida.
El dios de Bergoglio no es su mente, sino su forma de vida: vive para ser hombre. Vive para darse culto a sí mismo, para buscar en el otro la gloria de sí mismo. A Bergoglio sólo le interesan las alabanzas. No puede soportar las críticas. Necesita, constantemente, a su alrededor, de personajes que le limpien las babas de su boca cuando habla o escribe algo.
A Bergoglio lo maquillan cuando lanza una herejía. Y es necesario hacer eso por imposición del mismo Bergoglio. Él tiene a su gente dedicada a limpiarle las babas. Es la tarea que todo orgulloso impone a otros para cuidar su imagen en el mundo y en la Iglesia.
Bergoglio no puede acudir a Dios para ver qué es la verdad. Es como Pilatos. Conoce la verdad, sabe que está mintiendo, pero prefiere “su verdad”, que es su cosecha propia, su gran mentira. Bergoglio hace esto porque es como el demonio: «es mentiroso, padre de la mentira».
Este es el significado del falso profeta en la Escritura: el padre de la mentira, el que engendra la mentira, el que da la mentira, el que ofrece la mentira, el que obra la mentira. Y no puede dar nunca la verdad. Sólo la puede dar cuando Dios le obliga, como hace al demonio en algunos exorcismos.
Bergoglio sólo puede engendrar la mentira en las almas. Y lo hace a manera de sentimiento humano, de impulsos afectivos. Bergoglio no sabe hablar a la mente del hombre: no es lógico, no es inteligente, no sabe usar su mente para hablar con los demás, para llegar a los demás. Vive dentro de su mente. No vive para relacionar su mente con el otro. No vive para aceptar una verdad que la mente del otro tiene y que él no posea. Bergoglio sólo comparte su mente con aquel que piensa igual a él. Con los demás, se cierra, se oculta, engaña, falsea todas las cosas, manipula constantemente.
Bergoglio llega a la gente a base de sentimientos, de impulsos afectivos cuando predica. Habla, no para lanzar una idea, sino un sentimiento, un gusto, la obra de una voluntad.
A Bergoglio no le gustan los discursos. Lo que le gusta es improvisar con todo el mundo: dejarse llevar del sentimiento del momento, de la idea placentera, que es gustosa a la mente en ese momento y en esa circunstancia.
Por eso, a Bergoglio se le coge en seguida en sus herejías. Y se sabe cuándo está leyendo algo que otro ha preparado. Él mismo se delata constantemente. Por eso, nunca puede hablar el lenguaje de la fe. Nunca. Siempre va a hablar lo que le da la gana en ese momento. Su improvisación, que es una inspiración perversa. Es la sugestión que viene de la mente del demonio. El demonio le sugiere la mentira y –como Bergoglio no sabe discernir espíritus, no sabe discernir sus pensamientos humanos- el demonio le engaña con gran facilidad. Él cae en el juego del demonio. Y cae por su vida sentimental, que es lo único que vive, que es capaz de vivir. Bergoglio es un llorón de la vida humana: una“mujercita” que se acicala para gustar al hombre y al mundo.
Bergoglio vive su herejía. Su voluntad no puede adherirse a la verdad como bien propio. Constantemente, con su voluntad, inclina su entendimiento a adherirse a la mentira, al error, a la duda, a la falsedad, al engaño. Bergoglio no elige lo que en realidad enseñó Cristo, sino que elige lo que le sugiere su propio pensamiento humano. Es su inspiración perversa, malévola, inicua, diabólica. Por eso, Bergoglio constantemente está corrompiendo los dogmas, el magisterio auténtico e infalible de la Iglesia.
«…rehúye al hereje, sabiendo que está pervertido» (Tit 3, 10-11).
El verdadero católico tiene que retirarse de la presencia de Bergoglio. Tiene que apartar de sí toda la doctrina de Bergoglio. Es un riesgo para la salvación de su alma. Es una constante tentación para caer en la propia herejía, que la mente de Bergoglio transmite cuando habla o escribe.
El hereje pertinaz sólo habla herejías, sólo obra con la herejía, sólo vive en la herejía. Bergoglio tienta a las almas constantemente. Es tentación para obrar el pecado.
Bergoglio lleva a las almas hacia su pecado de herejía pertinaz. Las almas se vuelven tercas, obstinadas, salvajes, rebeldes, desobedientes a la ley de Dios, a la Voluntad de Dios, a la enseñanza de la Iglesia. Ya no se apoyan en la Autoridad de la Iglesia para discernir la verdad de la mentira, sino que se apoyan en la mente de un hereje, de un hombre sin verdad. Se apoyan en la verborrea diaria que ese hombre transmite cada día al mundo.
Bergoglio lleva hacia el pecado contra el Espíritu Santo. Todo hereje pertinaz ha cometido ya este pecado. Por lo tanto, no puede salvarse. Y su vida sólo consiste en hacer que los demás tampoco se salven. Bergoglio, no sólo con su doctrina sino con su vida, con sus obras, impide la salvación de las almas. Se hace modelo de condenación en vida para las almas.
¡Esto es lo trágico que nadie medita!
Están fabricando el nuevo papado: «en el futuro cualquiera puede repetir esas cosas sin miedo y sin ser sancionado». El modelo de los falsos católicos: su papa hereje.
Pueblo de Dios: sé hereje como Bergoglio. Cree en los dogmas que cambian, desprecia los preceptos de la Iglesia, no te sometas al magisterio de la Iglesia, piensa como quieras, vive lo que te dé la gana. Ya no hay vuelta atrás. Ya no hay sanciones a los herejes, a los cismáticos, a los que apostatan de la fe. Al contrario, hay que santificar el error, hay que poner en los altares a los herejes, a los que crean el cisma, a los que se apartan de la verdad, a los que enarbolan la bandera del orgullo y de la soberbia.
¡Qué gran descalabro en la Iglesia gobernándola un hereje!
Evita a Bergoglio porque está pervertido: ha cambiado el orden de las cosas. Vive sin ley, vive sin verdad, vive sin camino de salvación. Un hombre sin Cristo. Un hombre sin la Cruz de Cristo. Un pelele del demonio.
Están creando los falsos católicos de la falsa iglesia, los herejes pertinaces: «Y entonces la mayoría del Pueblo de Dios con su especial sentido no aceptará fácilmente volverse atrás en ciertas cosas». Los católicos que ya no vuelven atrás: que ya no pueden arrepentirse. Los católicos que cometen el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo.
Permanecer en el error hasta la muerte, sin volverse atrás, eso es el pecado contra el Espíritu Santo. Se está enseñando este pecado: cómo vivir condenados en vida. No vuelvas atrás. No rectifiques. No hay pena que cumplir, no hay sanción, no hay penitencia. Sigue en tu error. Sigue en tus creencias. Sigue en tu identidad. Todo el mundo se salva. Todos van al cielo.
«La sangre correrá en los pasillos del Vaticano, ya que Satanás ha seducido a muchos Purpurados Consagrados, que perteneciendo a la Masonería se ha vuelto, en ellos, fuertes» (Conchiglia – 27 de diciembre del 2005).
La idea masónica fuerte en muchos Cardenales. Por eso, han puesto a su falso papa. Es la fuerza de la masonería en ellos. Hay que quitar lo que impide que el Anticristo se manifieste: el Papa de la Iglesia Católica. Es decir, hay que poner lo que catapulta la presencia del hombre impío: el falso profeta, el falso papa que todos adoran por su estilo de vida, que está inoculado por una mente herética y cismática.
A Dios no le interesa el pobre y miserable trono humano que está en el Vaticano. Esepoder, que enarbola ese falso papa, lleva a la nada la dignidad del hombre.
El hombre es hombre porque se somete a la Verdad Absoluta, la que Dios revela, la que Dios decide para la vida de cada hombre.
Pero todo hombre que, viendo la verdad con su entendimiento humano, elige la mentira para su vida, queda atrapado en su propia locura.
Por eso, Bergoglio es un loco; y todos aquellos que le obedecen son otros locos.
La soberbia es una gran locura que muchos católicos han elegido en Bergoglio. Quien toma posición por Bergoglio como su papa, queda en la locura de su mente humana, sin poder salir de ella.
A Dios no le interesa lo que hace Bergoglio. Por eso, a los verdaderos católicos les debe traer sin cuidado todo cuanto dice ese hombre. Una vez que lo han medido como hereje pertinaz, tienen que apartarse de él y llamarlo como lo que es: un maldito hereje.
Y sabiendo que ese maldito hereje no va a dejar el cargo por su propia voluntad, sino que va a ser obligado a la renuncia por el bien de la causa de la masonería.
Quien espere que, después de Bergoglio, las cosas van a cambiar, es que no ha comprendido el teatro que se han montado en el Vaticano: «Debe darse cuenta que él está apuntando a reformar lo que es irreversible» (texto)
No hay vuelta atrás. El gobierno horizontal es irreversible. Las leyes que van a sacar del Sínodo son irreversibles. La destrucción de todo lo católico va a ser irreversible.
Es necesario destruir la Iglesia Católica. Por eso, es necesario un Falso Profeta que ponga por ley la herejía. Esto es lo que a Bergoglio le ha costado hacer. No ha podido porque es sólo un vividor de su propia mentira, pero no sabe ponerla en ley. Por eso, Bergoglio no sirve para destruir la Iglesia. Sólo sirve para entretener a las masas. Es el bufón indicado. Es el papel que mejor sabe interpretar.
Es necesario que la sangre circule en el Vaticano: hay que oponerse a los herejes. Y eso sólo se puede hacer con sangre porque nadie lo hace aplicando el derecho canónico. Si no queréis cumplir con las leyes, entonces habrá que cumplirlas con el derramamiento de la sangre.
El Papa Benedicto XVI no puede morir con la conciencia tranquila habiendo puesto la Iglesia en manos de un hereje, de un destructor, de un hombre impío. Tiene que expiar su pecado si quiere salvarse. Tiene que derramar su sangre por amor a Cristo y a la Iglesia.
Si no quiere hacer esto, entonces que se vaya del Vaticano y que ataque a ese hombre escondido de todos.
Pero hay que demostrar que el alma es de Cristo y de nadie más. Y nadie, en el Vaticano, está demostrando que ama a Cristo más que a su vida.
No es el Espíritu Santo el que ha elegido a Bergoglio como papa. Han sido los hombres los que han puesto su falso papa; y muchos católicos no quieren reconocer esta gran verdad. Y será su perdición eterna.
bmaricon

No hay comentarios.:

Publicar un comentario