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lunes, 7 de septiembre de 2015

LAS SEÑALES EN EL SOL, EN LA LUNA Y EN LAS ESTRELLAS LES SON DADAS PARA INDICARLES QUE ESTE ES EL TIEMPO PROPICIO A LA CONVERSIÓN Y QUE ESTE TIEMPO ESTÁ TERMINANDO: NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.


 SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:  MUCHAS ALMAS SE PERDIERON, VAYAN Y SALVEN AQUELLAS QUE AÚN PUEDEN SER SALVAS LO MÁS RÁPIDO POSIBLE. ¡ESTO ES URGENTE! VAYAN PORQUE EL TIEMPO AHORA VERDADERAMENTE ESTÁ EN EL FINAL.

SANTÍSIMA VIRGEN MERÍA  Ustedes también deben meditar más Mi vida en los libros “Mística Ciudad de Dios”, allí tengo grandes tesoros para comunicar a sus almas, mucha luz, mucha sabiduría.

Este tesoro está delante de sus ojos, pero ustedes no quieren, ustedes no lo aceptan, no lo buscan, no disfrutan de ello. 

Mensajes De Dios Al Mundo a través de su profeta: Marcos Tadeu

Jacareí, 30 de Agosto del 2015

MENSAJE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

“Mis Queridos Hijos, hoy, nuevamente les invito a la conversión sincera.
El tiempo es corto, muy pronto Mis secretos comenzarán a suceder y ustedes no pueden imaginar lo que vendrá.
No habrá más tiempo para buscar a Dios ni para buscarme, no habrá más tiempo para la conversión.

Les invito a meditar en todos los Mensajes que Yo les di hasta ahora.

 Ustedes fallan en la meditación y porque fallan en la meditación de Mis Mensajes, cometen muchos errores, pierden mucho tiempo, repiten siempre los mismos pecados y no progresan en el camino de la conversión.

Entiendan que no solo de pan vive el hombre, sino también de la meditación de la Palabra de Dios.
Sin la meditación, el hombre nada más es un animal errante en la tierra.

Es la meditación que da al hombre el norte, o sea, la dirección cierta para la cual él debe seguir.

Es la meditación que le muestra aquello que él debe ser,
 la santidad ideal deseada por Dios.

Es la meditación que muestra al hombre sus propios defectos
y como vencerlos y extirparlos dentro de sí mismos.

Por lo tanto, sin la meditación, nadie puede crecer en el camino de la conversión y no puede llegar a la Santidad.

Dedíquense por lo tanto a la meditación, siendo fieles a aquello que tantas millares de veces Yo les pedí aquí:

“Mediten en Mis Mensajes, en la vida, en los escritos de los Santos, por lo menos 20 minutos por día.”

Entonces, la meditación hará brillar en sus almas la luz, la luz de la Gracia, la luz de la Sabiduría, del Entendimiento que les mostrará lo que Dios quiere de ustedes, lo que ustedes necesitan cambiar y por cual camino deben seguir para llegar al Cielo.

Mediten ahora en Mis Mensajes porque tiempo vendrá en que ustedes desearán meditar en ellos y no podrán más.

Por eso Mis Hijos, ahora mientras el sol aún está brillando y es de día, trabajen, trabajen para mejorar y santificar sus almas.

Ustedes también deben meditar más Mi vida en los libros “Mística Ciudad de Dios”, allí tengo grandes tesoros para comunicar a sus almas, mucha luz, mucha sabiduría.


Este tesoro está delante de sus ojos, pero ustedes no quieren, ustedes no lo aceptan, no lo buscan, no disfrutan de ello.

 Por eso, ustedes están siempre pobres, miserables, llenos de pecados, confusos y aturdidos porque ustedes no buscan la luz donde ella está y quedan buscando la solución donde ella no está.

Ustedes buscan la riqueza donde ella no está, ustedes buscan la sabiduría donde ella no está.

Es allí en Mi vida que está la sabiduría, el propio Dios dijo de Mí en el Antiguo Testamento:

“Quién Me encuentra, encuentra la vida y conmigo encuentra todos los Bienes” y es verdad.

Quién encuentra Mi vida contenida en la Mística Ciudad de Dios encontrará la Vida Eterna y Conmigo también encontrará todos los Bienes.

Continúen rezando el Santo Rosario y todas las Oraciones que Yo les di aquí todos los días. Ustedes no pueden imaginar cuantas almas se salvan todos los días por medio de las Oraciones de ustedes.

Continúen haciendo Mi Trecena todos los meses y la Setena también, porque a través de ellas, cada día Yo derramaré copiosas Gracias sobre ustedes y el mundo entero.

Comprendan Hijitos que Yo os miré con mirada de profunda Misericordia y Predilección cuando les escogí para venir aquí en Mis Apariciones en Jacareí y conocer Mi Amor.
Yo les di mucho más de lo que di a muchas otras generaciones, fui inmensamente Misericordiosa y Generosa con ustedes. Por eso, de ustedes lo que Yo espero es: correspondencia, obediencia, fidelidad y un amor a la proporción de la gran Gracia que Yo di a ustedes, escogiéndolos y trayéndolos aquí.

Formen Grupos de Oración que Yo pedí por todas partes. Si ustedes hubiesen hecho eso desde el comienzo, este lugar estaría transbordando de Hijos Míos.
 Ustedes se acomodaron, ustedes quisieron vivir únicamente para lavidita de ustedes y para los problemitas de ustedes, no importándoles Mi dolor ni la pérdida de tantas almas.

¡Ahora vayan e intenten salvar lo que aún puede ser salvo!
Pues ya es la última hora del día, o sea, es el tiempo final de la gran tribulación y apostasía.

Muchas almas se perdieron, vayan y salven aquellas que aún pueden ser salvas lo más rápido posible.

¡Esto es urgente!

 Vayan porque el tiempo ahora verdaderamente está en el final.

Yo les amo a todos y estoy con cada uno de ustedes en todos sus sufrimientos.

Comiencen desde ya a prepararse para el jubileo de 25 años de Mis Apariciones aquí en Febrero del año que viene con más Oración, más Sacrificio, más Meditación y sobretodo, transformando sus corazones de bloques de hielos fríos en hornos ardientes de amor.

A todos Yo bendigo con gran amor: de FÁTIMA… de MONTICHIARI… y de JACAREÍ.”

MENSAJE ESPECIAL

SOBRE LA VERDAD DEL MUNDO ACTUAL

Jacareí, 10 de Septiembre del 2006

(Marcos): “Hoy, Nuestro Señor vino junto con María Santísima y San José. El semblante de Ellos era grave y triste. Nuestro Señor dio hoy este Mensaje para el mundo.”

MENSAJE DE NUESTRO SEÑOR

 JESUCRISTO

Jacareí, 10 de Septiembre del 2006


“Queridos Hijos, estoy con ustedes una vez más hoy.
 Yo Soy Jesús, Hijo de Dios, el Verbo Eterno.

Lo que Mi Santa Madre dijo en La Salette vuelvo a decir nuevamente aquí:

“Las almas consagradas a Dios, muchos Obispos, Sacerdotes y Religiosos; por su mala vida, por su búsqueda de los placeres, de los honores, viviendo para agradar a las personas, por sus malos ejemplos, se tornaron cloacas de impureza. Los pecados de esas almas, de esas personas, gritan al Cielo por venganza, y es que la venganza cuelga sobre sus cabezas.”

Estas almas Sacerdotales y Religiosas que persiguieron las Apariciones de Mi Madre en tantos lugares, que quisieron callar los labios de Mi Madre en tantos lugares, los pecados de esas almas ya atrajeron y ya luego atraerán muchos más castigos para la humanidad, visto que obstinados, temerosos y empedernidos en su rechazo en obedecer los Mensajes, continúan persiguiendo a Mi Madre, a desacreditar Sus Apariciones, a negar Sus Señales, Milagros y Sus Lágrimas.

Sí, Mi Justicia va a castigar de una manera nunca antes vista en la historia de la humanidad. Voy a castigar de manera sin precedentes.

Me crucifican de nuevo los pecados de estas almas, de estas almas consagradas a Dios que niegan Mis Apariciones, que prohíben al pueblo de creer en Nuestros Mensajes, en Nuestras Lágrimas de Sangre, en Nuestros Avisos y aún dicen al pueblo que esto es Mi Voluntad.

Esos pecados de esas almas consagradas a Mí van a atraer la mayor hecatombe de la historia de la humanidad.

Me crucifican de nuevo esos niños de hoy en día, que no le gustan rezar el Rosario de Mi Madre, que son rebeldes a todo tipo de enseñanza:

Quiera sea moral, quiera sea espiritual y religioso.

Me crucifican de nuevo estos jóvenes de hoy, enemigos de la Oración, enemigos de Mi Madre, enemigos del Sacrificio, de la Penitencia, de las Virtudes que tan caras Me son.

Me crucifican de nuevo estos padres de hoy en día, que se preocupan en dar todo a sus hijos, menos la Oración. No les enseñan a hacer pequeños sacrificios, no les enseñan a orar el Rosario, no les enseñan a oír Mi Palabra y la Palabra de Mi Santa Madre. Estos padres de hoy, que ofrecen toda la comodidad a sus hijos, descuidando lo espiritual.

Estos padres de hoy Me crucifican de nuevo.

Me crucifican de nuevo porque no tienen amor por Mí.

Me crucifican de nuevo porque no tienen Fe en Mí.

Me crucifican de nuevo porque dejan que el demonio entre primero en el alma de sus hijos, antes que Yo y Mi Madre entremos.

Me crucifican de nuevo los pecados de este pueblo, de estos hombres, de estos padres de familia, que prefieren juegos, bebidas, fiestas envés de rezar con su familia, de enseñarles a rezar, de anunciarles Nuestras Palabras y darles ejemplo de Oración y de Santidad en primer lugar.

Me crucifican de nuevo esos hombres de hoy en día, que pretenden vivir sin Mí, gobernar sin Dios, vivir sin Dios, crecer sin Dios, progresar sin Dios y morir sin Dios.

Me crucifican de nuevo esos hombres de hoy, que niegan que el Infierno existe para así disculparse, justificarse en todos sus desórdenes, maldades y todos sus pecados.

Me crucifican de nuevo estos hombres de hoy, que niegan que el Purgatorio existe, que niegan que el Cielo existe, que dicen que la vida termina aquí y después nada más.

Me crucifican de nuevo estos hombres de hoy, que niegan a Mi Madre, la Reina del Cielo, Asunta al Cielo en cuerpo y alma, pueda aparecer con Su cuerpo glorioso en la tierra, a quien Ella quiere, como quiere, cuanto tiempo quiere, para hablar lo que Ella quiere.

Me crucifican de nuevo los que niegan que Mi Padre Adoptivo San José pueda aparecer aquí, que Él pueda comunicar Sus Mensajes, revelando Mi Voluntad; que Mis Ángeles y Mis Santos puedan comunicarse por Mi Poder y Autoridad, para comunicar a los hombres Mi querer.

Me crucifican de nuevo estos hombres de hoy que no saben más lo que es rezar, que no tienen más vida interior, que no se interezan con la salvación de sus almas, con la extinción de sus defectos y fallas, y con la adquisición y el aumento de las Virtudes en sus almas.

¡Pueblo desobediente! ¡Raza de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira que ha de venir? Mi hacha ya está puesta en la raíz de los árboles, todo árbol que no da buenos frutos, Yo la cortaré y la echaré en el fuego.

Me crucifican de nuevo esos hombres de hoy, que enseñan que tanto los Justos cuanto los pecadores irán todos para el mismo lugar, desanimando así a los Justos de continuar a ser buenos y justos, y justificando así las peores maldades y désordenes de los pecadores.  

¡Me crucifican de nuevo! ¡Me crucifican de nuevo!

Me crucifican de nuevo los hombres de hoy, sin piedad, repiten también la traición de Judas, especialmente las almas consagradas:

Los Obispos, Padres y Religiosos, que persiguen Nuestros Mensajes, que son el último medio de salvación de esta humanidad que se tornó peor de que en el tiempo del Diluvio.


Cometen de nuevo la traición de Judas.

 Cuantas almas consagradas a Dios son almas consagradas Judas.

¡Me crucifican de nuevo! ¡Me crucifican de nuevo!

Yo mandé que leyesen los libros:

“Imitación de Cristo”,
el “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen”y el “libro de Nuestros Mensajes” diariamente, pero nunca nos obedecieron, no nos obedecen.

¡Raza de víboras!
¿Quién les enseñó a huir de Mi ira que ha de venir?
Miren para el sol y verán que él gira sobre ustedes.

 Es la señal de Nuestros Corazones Unidos, de que estamos presentes aquí.

Sí, por detrás de las nubes, el sol se manifiesta a ustedes para confirmar Nuestras Palabras y para indicarles que este es el tiempo de los tiempos y el fin de los fines.

Las señales en el sol, en la luna y en las estrellas les son dadas para indicarles que este es el tiempo propicio a la conversión y que este tiempo está terminando.

Lo que Mi Madre dijo en La Salette hace 160 años atrás, en el año de 1846, en Francia, todo va a cumplirse.

Estas Apariciones son la coronación de aquellas de La Salette.

Ellas son el término glorioso de los Avisos dados por Mi Madre en el terrible secreto de la montaña de La Salette.

Paren de crucificarme de nuevo y de crucificar conmigo a Mi Madre y San José, porque Ellos también sufren el mismo dolor que Yo. Ellos también son crucificados junto conmigo nuevamente cuando hacen todas estas cosas, todos los desórdenes y ofensas que Yo dije.

Me crucifican de nuevo estas familias de hoy, que solo piensan en diversiones y placeres, y descuidan de la Oración del Rosario, de la Penitencia, de la Lectura de Nuestros Mensajes ¡Descuidan, descuidan, descuidan la Oración!

Muchas familias ya dejaron albergar en su interior al demonio. Muchas familias ya dejaron habitar en sus casas al demonio Asmodeo, el destruidor de las familias, porque no rezan el Rosario, porque ven películas violentas e indecentes, porque se visten con estas ropas indecentes de hoy, porque pronuncian palabras feas dentro de sus casas, porque no rezan y no tienen más en sus casas Mi Imagen, de Mi Madre y de San José entronizadas en sus casas, para que así seamos los Reyes de sus casas.

Por eso el demonio entra y sale, gobierna y maniobra a las familias como él quiere.

Me crucifican de nuevo los hombres de estos tiempos, hombres malvados, perversos y justificadores de todo su rechazo en obedecer Nuestros Mensajes ¡Me crucifican de nuevo!

¡Conviértanse rápidamente! ¡Este es Mi Aviso!

Continúen con todas las Oraciones que Nosotros les dimos aquí:

Hora de la Paz, Hora de San José, Hora del Espíritu Santo, Rosario Meditado que Mi Hijito Marcos hace, pues, es lo que más nos agrada, nos consuela, nos glorifica, nos exalta y que es el más eficaz para la salvación de ustedes en estos tiempos malos.

Continúen con la Cruzada del Rosario. Continúen a leer los libros que Nosotros les mandamos.

Continúen a leer la vida de Mi Madre revelada en los libros “Mística Ciudad de Dios”.

Sí, Mi Madre es la Mística Ciudad, en Ella Yo habito, en Ella Yo Soy el Rey, siempre fui y seré el Rey Supremo y Absoluto por los siglos de los siglos.

Y tú Mi Hijo Marcos, Mi Sagrado Corazón te bendice hoy hijito, por haber hecho la Imagen de Mi Madre Santísima, la Señora de las Lágrimas. Sí, Mi Madre y también Mi Hija Amalia Aguirre, Ellas mismas asistieron al escultor que hizo la Imagen, según tus indicaciones. Sí, la mano de Mi Madre y la mano de Mi Sierva Amalia Aguirre guiaron las manos del escultor.  

Nuestra Señora De Las Lágrimas y Amalia Aguirre
Tú quitaste la espada de dolor llena de sangre del Corazón de Mi Madre, espada de dolor que el Clero clavó en los años de 1930, cuando prohibió las Apariciones de Mi Madre Santísima en Campinas. Prohibió las divulgaciones de los Mensajes, de la Imagen, de la Medalla. Sí Mi Hijo, quitaste la espada, curaste, cerraste esa llaga del Corazón Doloroso de Mi Madre.


Niño, es porque te confié tantas misiones importantes y tantas tareas, porque eres dócil, porque obedeces, porque cumples lo que decimos sin preguntar, sin cuestionar, porque das todo de ti mismo para realizar Nuestros deseos, porque te esfuerzas más allá de tus fuerzas para vernos satisfechos, atendidos y obedecidos.

Es porque aquí, este pobre lugar, será siempre Nuestro Granero de Gracias, Nuestra Arca de Salvación, donde recogeremos a todos los Electos, todos los Predestinados, todos los destinados a ser salvos  y que tienen su nombre escrito en el Libro de la Vida.  

Es porque este lugar será el gran polo, el gran sol que iluminará el mundo entero. Aquí serán atraídos todos los Predestinados, todos los que son destinados a ir para el Cielo. Los réprobos, los que fueron destinados a ir para el Infierno, siempre detestarán, odiarán y mirarán con incredulidad y desconfianza este lugar. El nombre de ellos ya está borrado del Libro de la Vida.

Pero aquellos que tienen el alma buena y pura como la de un niño, que tienen la Fe pura como la de un niño, esos nos reconocerán aquí, nos escucharán y vendrán, nos obedecerán, nos amarán y se tornarán los Grandes Santos que irán brillar como una constelación de estrellas estampadas en el Manto de Mi Madre Santísima, la Señora de las Lágrimas. Ellos serán estas estrellas que rodean la cabeza de Mi Madre Santísima que aparece aquí, la Reina y Mensajera de la Paz.

Mi niño, Marcos, Mi Hijo, el menor de todos, el más pequeñito y el más querido, Yo te bendigo, te bendigo porque hoy cerraste una herida que sangraba en el Corazón de Mi Madre hace 70 años. Al hacer esta Imagen, cerraste más una llaga dolorosa del Corazón de Mi Madre.
Continúa así, enfermero del Corazón de la Madre de Dios. Mientras el mundo y el Clero abren nuevas llagas en el Corazón de Mi Madre, tú las cierras. Continúa cerrando, continúa siendo el enfermero del Corazón de la Madre de Dios. Yo te bendigo, bendigo las Imágenes de Mi Madre, de Mi Padre San José, los Rosarios, Medallas y Escapularios suyos, los libros de los Mensajes, los Rosarios Meditados.

A todos bendigo y Conmigo también les bendicen Mi Madre y Mi Padre San José. Vayan en Paz. Queden en Mi Paz.  


Algunas de las Señales Milagrosas

En el Santuário de las Apariciones de Jacareí.,

 San Pablo,Brasil.



Mensajes De Dios Al Mundo a través de la Venerable: Sor María de Jesús de Agreda

Vida de la Virgen María


CAPITULO 4

Distribúyense por instantes los divinos decretos, declarando lo que en cada uno determinó Dios acerca de su comunicación ad extra.

Este orden entendí que se debía distribuir por los instantes siguientes.

El primero es en el que conoció Dios sus divinos atributos y perfecciones, con la propensión e inefable inclinación a comunicarse fuera de sí; y éste fue el primer conocimiento de ser Dios comunicativo ad extra, mirando Su Alteza la condición de sus infinitas perfecciones, la virtud y eficacia que en sí tenían para obrar magníficas obras.

Vio que tan suma bondad era convenientísimo en su equidad, y como debido y forzoso, comunicarse, para obrar según su inclinación comunicativa y ejercer su liberalidad y misericordia, distribuyendo fuera de sí con magnificencia la plenitud de sus infinitos tesoros encerrados en la divinidad.

Porque, siendo todo infinito, le es mucho más natural hacer dones y gracias que al fuego subir a su esfera, a la piedra bajar al centro y al sol derramar su luz; y este mar profundo de perfecciones, esta abundancia de tesoros, esta infinidad impetuosa de riquezas, todo se encamina a comunicarse por su misma inclinación y por el querer y saber del mismo Dios, que se comprendía y sabía que el hacer dones y gracias comunicándose no era disminuirlas, 'mas en el modo posible acrecentarlas, dando despidiente a aquel manantial inextinguible de riquezas.

Todo esto miró Dios en aquel primer instante, después de la comunicación ad intra por las eternas emanaciones, y mirándolo se halló como obligado de sí mismo a comunicarse ad extra, conociendo ser santo, justo, misericordioso y piadoso el hacerlo; pues nadie se lo podía impedir y, conforme a nuestro modo de entender, podemos imaginar no estaba Dios quieto ni sosegado del todo en su misma naturaleza hasta llegar al centro de las criaturas, donde y con quien tiene sus delicias (Prov., 8, 31) con
hacerlas participantes de su divinidad y perfecciones.

Dos cosas me admiran, suspenden y enternecen mi tibio corazón, dejándole aniquilado en este conocimiento y luz que tengo: la primera es aquella inclinación y peso que vi en Dios y la fuerza de su voluntad para comunicar su divinidad y los tesoros de su gloria; la segunda es la inmensidad inefable e incomprensible de los bienes y dones que conocí quería distribuir, como que los
señalaba destinándolos para esto, y quedándose infinito, como si nada diera.

Y en esta inclinación y deseo que su grandeza tenía, conocí estaba dispuesto para santificar, justificar y llenar de dones y perfecciones a todas las criaturas juntas y a cada una de por sí, dando a cada una más que tienen todos los santos ángeles y serafines todos juntos, aunque las gotas del mar y sus arenas, las estrellas, plantas, elementos y todas las criaturas irracionales fueran capaces de razón y de sus dones, como de su parte se
dispusieran y no tuvieran óbice que lo impidiera.

 ¡Oh terribilidad del pecado y su malicia, que tú sola bastas para
detener la impetuosa corriente de tantos bienes eternos!

El segundo instante fue conferir y decretar esta comunicación de la divinidad con la razón y motivos de que fuese para mayor gloria ad extra y exaltación de Su Majestad con la manifestación de su grandeza. Y esta exaltación propia miró Dios en este instante como fin de comunicarse y darse a conocer en la liberalidad de derramar sus atributos y usar de su omnipotencia, para ser conocido, alabado y glorificado.

El tercer instante fue conocer y determinar el orden y
disposición o el modo de esta comunicación en la forma que se consiguiese el más glorioso fin de obrar tan ardua determinación: el orden que había de haber en los objetos y el modo y diferencia de comunicárseles la divinidad y atributos; de suerte que aquel como movimiento del Señor tuviese honesta razón y proporcionados objetos y que entre ellos se hallase la más hermosa y admirable disposición, armonía y subordinación.

En este instante se determinó en primer lugar que el Verbo divino tomase carne y se hiciese visible y se decretó la perfección y compostura de la humanidad santísima de Cristo nuestro Señor y quedó fabricada en la mente divina; y en segundo lugar, para los demás a su imitación, ideando la mente divina la armonía de la humana naturaleza con su adorno y compostura de cuerpo orgánico y alma para él, con sus potencias para conocer y gozar de su Criador, discerniendo entre el bien y
el mal, con voluntad libre para amar al mismo Señor.

Y esta unión hipostática de la segunda persona de la santísima Trinidad con la naturaleza humana, entendí que era como forzoso fuese la primera obra y objeto adonde primero saliese el entendimiento y voluntad divina ad extra, por altísimas razones que no podré explicar.

Una es porque, después de haberse Dios entendido y amado en sí mismo, el mejor orden era conocer y amar a lo que era más
inmediato a su divinidad, cual es la unión hipostática.

Otra razón es porque también debía la divinidad sustancialmente
comunicarse ad extra, habiéndose comunicado ad intra, para que la intención y voluntad divina comenzase por el fin más alto sus obras y se comunicasen sus atributos con hermosísimo orden; y aquel fuego de la divinidad obrase primero y todo lo posible en lo que estaba más inmediato a él, como era la unión hipostática, y primero comunicase su divinidad a quien hubiese de llegar al más alto y excelente grado después del mismo Dios en su conocimiento y amor, operaciones y gloria de su misma deidad; porque no se pusiera Dios —a nuestro bajo modo de entender— como a peligro de quedarse sin conseguir este fin, que sólo Él era el que podía tener proporción y como justificación de tan
maravillosa obra.

También era conveniente y como necesario, si Dios quería criar muchas criaturas, que las criase con armonía y subordinación y que ésta fuese la más admirable y gloriosa que ser pudiese.

Y conforme a esto, habían de tener una que fuese cabeza y suprema a todas y, cuanto fuese posible, inmediata y unida con Dios y que por ella pasasen todos y llegasen a su divinidad.

Y por estas y otras razones que no puedo explicar, sólo en el Verbo humano se pudo satisfacer a la dignidad de las obras de
Dios; y con él había hermosísimo orden en la naturaleza y
sin él no le hubiera.

El cuarto instante fue decretar los dones y gracias que se le habían de dar a la humanidad de Cristo Señor nuestro, unida con la divinidad. Aquí desplegó el Altísimo la mano de su liberal omnipotencia y atributos para enriquecer aquella humanidad santísima y alma de Cristo con la abundancia de dones y gracias en la plenitud y grado posible.

Y en este instante se determinó lo que dijo después David (Sal., 45, 5); El ímpetu del río de la divinidad alegra la ciudad de Dios,
encaminándose el corriente de sus dones a esta humanidad del Verbo, comunicándole toda la ciencia infusa y beata, gracia y gloria, de que su alma santísima era capaz y convenía al sujeto que juntamente era Dios y hombre verdadero y cabeza de todas las criaturas capaces de la gracia y gloria, que de aquel impetuoso corriente había de resultar en ellas con el orden que resultó.

A este mismo instante, consiguientemente y como en segundo lugar, pertenece el decreto y predestinación de la Madre del Verbo humanado; porque aquí entendí fue ordenada esta pura criatura, antes que hubiese otro decreto de criar otra alguna.

 Y así fue primero que todas concebida en la mente divina, como y cual pertenecía y convenía a la dignidad, excelencia y dones de la humanidad de su Hijo santísimo; y a ella se encaminó luego
inmediatamente con él todo el ímpetu del río de la divinidad y sus atributos, cuanto era capaz de recibirle una pura criatura y como convenía para la dignidad de Madre.

En la inteligencia que tuve de estos altísimos misterios y decretos, confieso me arrebató la admiración, llevándome fuera de mi propio ser; y conociendo a esta santísima y purísima criatura, formada y criada en la mente divina desde ab initio y antes que todos los siglos, con alborozo y júbilo de mi espíritu magnifico al Todopoderoso por el admirable y misterioso decreto que tuvo de crearnos tan pura, grande, mística y divina criatura, más para ser admirada con alabanza de todas las demás que para ser descrita de ninguna; y en esta admiración pudiera yo decir lo que San Dionisio Areopagita , que si la fe no me enseñara y la inteligencia de lo que estoy mirando no me diera a
conocer que es Dios quien la está formando en su idea y que sola su omnipotencia podía y puede formar tal imagen de su Divinidad, si no se me mostrara todo a un tiempo, pudiera dudar si la Virgen Madre tenía en sí Divinidad.

¡Oh, cuántas lágrimas producen mis ojos y qué dolorosa admiración siente mi alma de ver que este divino prodigio no sea conocido, ni esta maravilla del Altísimo no sea manifiesta a todos los mortales! Mucho se conoce, pero ignórase mucho más, porque este libro sellado no ha sido abierto.

Suspensa quedo en el conocimiento de este tabernáculo de Dios y reconozco a su autor por más admirable en su formación que en el resto de todo lo demás criado e inferior a esta Señora; aunque la diversidad de criaturas manifiesta con admiración el poder de su Criador, pero en sola esta Reina de todas se encierran y contienen más tesoros que en todas juntas, y la variedad y precio de sus riquezas engrandecen al Autor sobre todas las criaturas juntas.

Aquí —a nuestro entender— se le dio palabra al Verbo y se le hizo como contrato de la santidad, perfección y dones de gracia y gloria que había de tener la que había de ser su Madre; y la protección, amparo y defensa que se tendría de esta verdadera ciudad de Dios, en quien contempló Su Majestad las gracias y merecimientos que por sí había de adquirir esta Señora y los frutos que había de granjear para su pueblo con el amor y retorno que daría a Su Majestad.

En este mismo instante, y como en tercero y último lugar, determinó Dios criar lugar y puesto donde habitasen y fuesen conversables el Verbo humanado y su Madre; y en primer lugar, para ellos y por ellos solos crió el cielo y tierra con sus astros y elementos y lo que en ellos se contiene; y el segundo intento y decreto fue para los miembros de que fuese cabeza y vasallos de quién fuese rey; que con providencia real se dispuso y previno de
antemano todo lo necesario y conveniente.

Paso al quinto instante, aunque ya topé lo que buscaba.

En este quinto instante, fue determinada la creación de la naturaleza angélica que, por ser mas excelente y correspondiente en ser espiritual a la divinidad, fue primero prevista, y decretada su creación y disposición admirable de los nueve coros y tres jerarquias.

 Y siendo creados de primera intención para gloria de Dios y asistir a su divina grandeza y que le conociesen y amasen, consiguiente y secundariamente fueron ordenados para que asistiesen, glorificasen y honrasen, reverenciasen y sirviesen a la
humanidad deificada en el Verbo eterno, reconociéndola por cabeza, y en su Madre santísima María, Reina de los mismos ángeles, y les fuese dada comisión para que por todos sus caminos los llevasen en las manos (Sal., 90, 12).

Y en este instante les mereció Cristo Señor nuestro con sus
infinitos merecimientos, presentes y previstos, toda la gracia que recibiesen; y fue instituido por su cabeza, ejemplar y supremo Rey, de quien eran vasallos; y aunque fuera infinito el numero de los ángeles, fueron suficientisimos los méritos de Cristo para merecerles la gracia.

A este instante toca la predestinación de los buenos y reprobación de los malos ángeles; y en el vio y conoció Dios, con su infinita ciencia, todas las obras de los unos y de los otros con el orden debido, para predestinar con su libre voluntad y liberal misericordia a los que le habían de obedecer y reverenciar y para reprobar con su justicia a los que se habían de levantar contra Su Majestad en soberbia e inobediencia por su desordenado amor propio.

Y al mismo instante fue la determinación de criar el cielo empireo, donde se manifestase su gloria y premiase en ella a los buenos, y la tierra y lo demás para otras criaturas, y en el centro o profundo de ella el infierno para castigo de los malos ángeles.

En el sexto instante fue determinado criar pueblo y congregación de hombres para Cristo, ya antes predeterminado en la mente y voluntad divina, y a cuya imagen y semejanza se decreto la formación del hombre, para que el Verbo humanado tuviese hermanos semejantes e inferiores y pueblo de su misma naturaleza, de quien fuese cabeza.

En este instante se determino el orden de la creacion de todo el linaje humano, que comenzase de uno solo y de una mujer y de ellos se propagase hasta la Virgen y su Hijo por el orden que fue concebido.

Ordenose por los merecimientos de Cristo nuestro bien, la gracia y dones que se les había de dar y la justicia original si querían
perseverar en ella; viose la caída de Adan y de todos en el, fuera de la Reina, que no entro en este decreto; ordenose el remedio y que fuese pasible la humanidad santísima; fueron escogidos los predestinados por liberal gracia y reprobados los prescitos por la recta justicia; ordenose todo lo necesario y conveniente a la conservación de la naturaleza y a conseguir este fin de la redención y predestinación, dejando su voluntad libre a los hombres, porque esto era mas conforme a su naturaleza y a la
equidad divina; y no se les hizo agravio, porque si con el libre albedrío pudieron pecar, con la gracia y luz de la razón pudieran no hacerlo, y Dios a nadie había de violentar, como tampoco a nadie falta ni le niega lo necesario; y si escribió su ley en todos los corazones humanos, ninguno tiene disculpa en no reconocerle y amar como a sumo bien y autor de todo lo creado.

En la inteligencia de estos misterios conocía con grande claridad y fuerza los motivos tan altos que los mortales tienen de alabar y adorar la grandeza del Creador y Redentor de todos, por lo que en estas obras se manifestó y engrandecio; y también conocía cuan tardos son en el conocimiento de estas obligaciones y en el retorno de tales beneficios, y la querella e indignación que el Altísimo tiene de este olvido.

 Y mandome y exhortome Su Majestad no cometiese yo tal ingratitud, pero que le ofreciese sacrificio de alabanza y cantar nuevo y le magnificase por todas las criaturas.

 !Oh altísimo e incomprensible Señor mio, quien tuviera el amor y perfecciones de todos los angeles y justos, para confesar y alabar dignamente tu grandeza! Confieso, Senor grande y poderoso, que no pudo esta vilisima criatura merecer tan memorable beneficio, como darme esta noticia y luz tan clara de tu altisima Majestad; a cuya vista veo también mi parvulez, que antes de esta dichosa hora ignoraba, y no conocía cual y que era la virtud de la humildad que en esta ciencia se aprende.

 No quiero decir ahora que la tengo, pero tampoco niego que conoci el camino cierto para hallarla; porque tu luz, !oh Altísimo!, me ilumino y tu lucerna me enseno las sendas (Sal., 118, 105) por donde veo lo que he sido y soy y temo lo que puedo ser.

Alumbraste, Rey altísimo, mi entendimiento e inflamaste mi voluntad con el nobilisimo objeto de estas potencias y toda me rendiste a tu querer; y así lo quiero confesar a todos los mortales, para que me dejen y dejarlos. Yo soy para mi amado y, aunque lo desmerezco, mi amado para mi (Cant., 2, 16). Alienta, pues, Señor, a mi flaqueza para que tras de tus olores corra y corriendo te alcance (Cant., 1, 3) y alcanzándote no te deje ni te pierda.

Muy corta y balbuciente soy en este capitulo, porque se pudieran hacer de el muchos libros; pero callo porque no se hablar y soy mujer ignorante y porque mi intento solo ha sido declarar como la Virgen Madre fue ideada y prevista ante saecula en la mente divina (Eclo., 24, 14). Y por lo que sobre este altisimo misterio he entendido, me convierto a mi interior y con admiracion y silencio alabo al Autor de estas grandezas con el cantico de los bienaventurados, diciendo: Santo, Santo, Santo, Dios de Sabaot (Is., 6, 3).

CAPITULO 6

De una duda que propuse al Señor sobre la doctrina de estos capítulos y la respuesta de ella.

Sobre las inteligencias y doctrina de los dos capítulos
antecedentes se me ofreció una duda, ocasionada de lo que
muchas veces he oído y entendido de personas doctas que se disputa en las escuelas. Y la duda fue: que si la causa y motivo principal para que el Verbo divino se humanase fue hacerle cabeza y primogénito de todas las criaturas (Col., 1, 15) y, por medio de la unión hipostática con la humana naturaleza, comunicar sus atributos y perfecciones en el modo conveniente por gracia y gloria a los predestinados, y el tomar carne pasible y morir por el hombre fue decreto como fin secundario; siendo esto así verdad, ¿cómo en la santa Iglesia hay tan diversas opiniones sobre ello? Y la más común es que el Verbo eterno descendió del cielo, como de intento, para redimir a los hombres por medio de su pasión y muerte santísima.

Esta duda propuse con humildad al Señor y Su Majestad sé dignó de responderme a ella, dándome una inteligencia y luz muy grande, en que conocí y entendí muchos misterios que no podré explicar, porque comprenden y suenan mucho las palabras que me
respondió el Señor, que son éstas:

Esposa y paloma mía, oye, que, como padre y maestro tuyo, quiero responder a tu duda y enseñarte en tu ignorancia.

Advierte que el fin principal y legítimo del decreto que tuve de comunicar mi divinidad en la persona del Verbo, unida hipostá-ticamente a la humana naturaleza, fue la gloria que de esta comunicación había de redundar para mi nombre y para las criaturas capaces de la que yo les quise dar; y este decreto se ejecutara sin duda en la encarnación, aunque el primer hombre no hubiera pecado, porque fue decreto expreso y sin condición en lo 44sustancial, y así debía ser eficaz mi voluntad, que en primer lugar fue comunicarme al alma y humanidad unida al Verbo, y esto era así conveniente a mi equidad y rectitud de mis obras; y aunque esto fue postrero en la ejecución, fue primero en la intención; y si tardé en enviar a mi Unigénito, fue porque determiné prepararle antes una congregación en el mundo, escogida y santa, de justos, que, supuesto el pecado común, serían como rosas entre las espinas de los otros pecadores.

Y vista la caída del linaje humano, determiné con decreto expreso que el Verbo viniese en forma pasible y mortal para redimir su pueblo, de quien era cabeza, para que más se manifestase y conociese mi amor infinito con los hombres, y a mi equidad y justicia se le diese debida satisfacción; y que, si fue hombre y el primero en el ser el que pecó, fuese hombre (1 Cor., 15, 21) y el primero en la dignidad el Redentor; y los hombres en esto conociesen la gravedad del pecado y el amor de todas las almas fuese uno solo, pues su Creador, Vivificador, Redentor y quien los ha de juzgar es uno solo.

Y también quise compelerles a este agradecimiento y amor, no castigando a los mortales como a los apóstatas ángeles, que sin apelación los castigué, y al hombre perdoné, aguardé y le di oportuno remedio, ejecutando el rigor de mi justicia en mi unigénito Hijo (Rom., 8, 32) y pasando al hombre la piedad de mi grande misericordia.

Y para que mejor entiendas la respuesta de tu duda, debes advertir que, como en mis decretos no hay sucesión
de tiempo, ni yo necesito de él para obrar y entender, los
que dicen que encarnó el Verbo para redimir el mundo,
dicen bien; y los que dicen que encarnara si el hombre no
pecara, también hablan bien, si con verdad se entiende;
porque, si no pecara Adán, descendiera del cielo en la
forma que para aquel estado conviniera y, porque pecó,
tuve aquel decreto segundo que bajara pasible, porque,
visto el pecado, convenía que le reparase en la forma que
lo hizo.

Y porque deseas saber cómo se ejecutara este misterio de encarnar el Verbo, si conservara el hombre el estado de la inocencia, advierte que la forma humana fuera la misma en la sustancia pero con el don de la impasibilidad
e inmortalidad; cual estuvo mi Unigénito después que resucitó hasta que subió a los cielos, viviera y conversara con los hombres; y los misterios y sacramentos fueran a todos manifiestos; y muchas veces hiciera patente su gloria, como la hizo sola una vez cuando vivió mortal (Mt., 7, 1ss); y delante de todos hiciera en aquel estado de inocencia lo que obró delante de tres Apóstoles en el que fue mortal; y vieran todos los viadores a mi Unigénito con grande gloria y con su conversación se consolaran; y no pusieran óbice a sus divinos efectos, porque estuvieran sin pecado; pero todo lo impidió y estragó la culpa y por ella fue conveniente que viniera pasible y mortal.

Y el haber en estos sacramentos y en otros misterios
diversas opiniones en mi Iglesia, ha nacido de que a unos
maestros les manifiesto y doy luz de unos misterios y a
otros se la doy de otros, porque los mortales no son
capaces de recibir toda la luz; ni era conveniente que a uno se le diese toda la ciencia de todas las cosas, mientras son viadores; pues, aun cuando son comprensores, la reciben por partes y se la doy proporcionada según el estado y merecimientos de cada uno y como conviene a mi providencia distribuirlay la plenitud sólo se la debía a la humanidad de mi Unigénito y a su Madre respectivamente.

Los demás mortales, ni la reciben toda, ni siempre tan clara que puedan asegurarse en todo; y por eso la adquieren con el trabajo y uso de las letras y ciencias.

Y aunque en mis Escrituras hay tantas verdades reveladas, como yo muchas veces los dejo en la natural luz, aunque otras se la doy de lo alto, de aquí se sigue que se entiendan los misterios con diversidad de pareceres y se hallen diferentes explicaciones y sentidos en las Escrituras y cada uno siga su opinión como la entiende.

Y aunque el fin de muchos es bueno y la luz y verdad en sustancia sea una, se entiende y se usa de ella con diversidad de juicios e inclinaciones, que unos tienen
a unos maestros y otros a otros; de donde nacen entre
ellos las controversias.

Y de ser más común la opinión que el Verbo bajó del
cielo de principal intento a redimir el mundo, entre otras
causas, una es porque el misterio de la redención y el fin de estas obras es más conocido y manifiesto, por haberse
ejecutado y repetido tantas veces en las Escrituras; y al
contrario, el fin de la impasibilidad, ni se ejecutó, ni se
decretó absoluta y expresamente, y todo lo que perteneciera a aquel estado quedó oculto y nadie lo puede saber con aseguración, si no fuere a quien yo en particular diere luz o revelare lo que conviene de aquel decreto y amor que tenemos a la humana naturaleza.

Y si bien esto pudiera mover mucho a los mortales, si lo pesaran y penetraran, pero el decreto y obras de la redención de su caída es más poderoso y eficaz para moverlos y traerlos al conocimiento y retorno de mi inmenso amor, que es el fin de mis obras; y por eso, tengo providencia de que estos motivos y misterios estén más presentes y sean más frecuentados, porque así es conveniente.

Y advierte que en una obra bien puede haber dos fines, cuando el uno se supone debajo de alguna condición, como fue que, si el hombre no pecara, no descendiera el Verbo en forma pasible y que, si pecase, que fuese pasible y mortal; y así en cualquier suceso no se dejara
de cumplir el decreto de la encarnación.

Yo quiero que los sacramentos de la redención se reconozcan y estimen y siempre se tengan presentes para darme el retorno; pero quiero asimismo que los mortales reconozcan al Verbo humanado por su cabeza y causa final de la creación de todo lo restante de la humana naturaleza, porque él fue, después de mi propia benignidad, el principal motivo que tuve para dar ser a las criaturas; y así, debe ser reverenciado, no sólo porque redimió al linaje humano, pero también porque dio motivo para su creación.

 Y advierte, esposa mía, que yo permito y dispongo que muchas veces los doctores y maestros tengan diversas
opiniones, para que unos digan lo verdadero y otros, con lo natural de sus ingenios, digan lo dudoso; y otras permito digan lo que no es, aunque no disuena luego a la verdad oscura de la fe, en la que todos los fieles están firmes; y otras veces dicen lo que es posible, según ellos entienden.

Y con esta variedad se va rastreando la verdad y luz y se
manifiestan más los sacramentos escondidos, porque la
duda sirve de estímulo al entendimiento para investigar la
verdad; y en esto tienen honesta y santa causa las
controversias de los maestros.

Y también lo es que, después de tantas diligencias y estudios de grandes y perfectos doctores y sabios, se conozca que en mi Iglesia hay ciencia y que los hace eminentes en sabiduría sobre los sabios del mundo; y que hay sobre todos un enmendador de los sabios (Sab., 7, 15) que soy yo, que sólo lo sé todo y comprendo y lo peso y mido, sin poder ser medido ni comprendido; y que los hombres, aunque más escudriñen mis juicios y testimonios, no los podrán alcanzar, si no les diere yo la inteligencia y luz, que soy el principio y autor de toda sabiduría y ciencia; y conociendo esto los mortales, quiero que me den alabanza, magnificencia, confesión, superioridad y gloria eterna.

Y quiero también que los doctores santos adquieran
para sí mucha gracia, luz y gloria, con su trabajo honesto,
loable y santo, y la verdad se vaya más descubriendo y
apurando, llegándose más a su manantial; e investigando
con humildad  los misterios y obras admirables de mi
diestra, vengan a ser participantes de ellas y gozar del pan de entendimiento (Eclo., 15, 3) de mis Escrituras.

Yo he tenido gran providencia con los doctores y maestros, aunque sus opiniones y dudas han sido tan diversas y con diferentes fines; porque, unas veces, son de mi mayor honra y gloria y, otras, son de impugnarse y contradecirse por otros fines terrenos: y con esta emulación y pasión han procedido y proceden desigualmente.

Pero con todo eso, los he gobernado, regido y alumbrado, asistiéndoles mi protección, de manera que la verdad se ha investigado y manifestado mucho y se ha dilatado la luz para conocer muchas de mis perfecciones y obras maravillosas y se han interpretado las Escrituras santas tan altamente, que me ha sido esto de mucho agrado y beneplácito.

Y por esta causa, el furor del infierno con increíble envidia —y mucho más en estos tiempos presentes— ha levantado su trono de iniquidad, impugnando la verdad y pretendiendo beberse el Jordán (Job., 40, 18) y con herejías y doctrinas falsas oscurecer la luz de la fe santa, contra quien ha derramado su falsa cizaña, ayudándose de los hombres.

Pero lo restante de la Iglesia y sus verdades están en grado perfectísimo y los fieles católicos, aunque muy envueltos y ciegos en otras miserias, pero la verdad de la fe y su luz la tienen perfectísima y, aunque llamo a todos con paternal amor a esta dicha, son pocos los electos que me quieren responder.

Quiero también, esposa mía, que entiendas que, si bien
mi providencia dispone que entre los maestros haya muchas opiniones, para que más se escudriñen mis testimonios y con intento de que a los hombres viadores les sea manifiesta la médula de las divinas letras, mediante sus honestas diligencias, estudios y trabajos, pero fuera de mucho agrado para mí y servicio que las personas doctas extinguieran y apartaran de sí la soberbia, envidia y ambición de honra vana y otras pasiones y vicios que de esto se engendran y toda la mala semilla que siembran los malos efectos de tales ocupaciones; pero no la arranco
ahora, porque no se arranque la buena con la mala.—

Todo esto me respondió el Altísimo y otras muchas cosas que no puedo manifestar. ¡Bendita sea su grandeza eternamente,
que tuvo por bien alumbrar mi ignorancia y satisfacerla tan
adecuada y misericordiosamente, sin de dignarse de la parvulez de una mujer insipiente y en todo inútil! Denle gracias y alabanzas sin fin todos los espíritus bienaventurados y justos de la tierra.

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