En un día como el de ayer: 18 de Agosto, pero hace 54 años (1961), la Santísima Virgen María enseño como una Madre a rezar el Santo Rosario a cuatro niñas en el pueblo de S.S. de Garabandal.
La Virgen lo rezaba con una voz dulcísima y una especial unción. Cuando llegaba el Gloria, la Virgen:
-- inclinaba la cabeza con extraordinaria reverencia.
Dice Conchita:
-- El Rosario es una parte muy importante del Mensaje de la Virgen en Garabandal.
La Virgen, personalmente, enseñó a las niñas.
Dice Conchita en su diario que ya el primer día que la vimos:
-- Rezamos el rosario viéndola a Ella. Ella rezaba con nosotras para enseñarnos a rezarlo bien.
El 18 de Agosto de 1961:
Lo primero que nos dijo fue que recemos el Rosario y nosotras, como nunca le habíamos rezado delante, nos dijo Ella:
-- Yo voy a rezarlo delante y vosotras me seguís.
Ella rezando muy lento. Ella decía "Santa Maria" y nosotras decíamos "Santa María", rezábamos así. Cuando nos tocaba "Dios te Salve María", pues igual que se reza el Rosario, pero todo muy despacio, y la Salve nos mandó cantarla y nosotras la cantamos.
Don Valentín Marichalar, el párroco, dice que un sacerdote, al oír a las niñas videntes rezando el Rosario, dijo:
-- No necesito otra prueba. En ningún Seminario o Institución religiosa nunca he visto ni oído un Rosario como el que se reza aquí con las niñas en éxtasis.
ESCUCHE, DESCARGUE Y REZE EL SANTO ROSARIO REZADO EN GARABANDAL, COMPUESTO CON AUDIOS ORIGINALES DE LAS NIÑAS REZANDO EN PRESENCIA DE LA MADRE DEL CIELO. INCLUYEN CÁNTICOS QUE LAS NIÑAS Y LOS FIELES QUE LAS ACOMPAÑABAN, ENTONABAN JUNTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN.
Es un testimonio unánime de todos los que asistieron a los éxtasis.
Cuando el médico pediatra, doctor don Celestino Ortiz, hacía sus primeras subidas a Garabandal, quedó gratamente sorprendido ante la actitud con que aquellos hombres rezaban el rosario por las calles acompañando a las niñas, todos con la cabeza respetuosamente descubierta. Habló de ello con uno, y recogió este desahogo:
Nosotros, los que cuidamos del ganado por el monte, bajamos al pueblo los sábados, para rezar el Rosario con las niñas; arreglamos los ganados más pronto que otros días. Y es que rosarios como éstos no se pueden perder; valen por mil de los que antes rezábamos en la iglesia.
-- ¿No será un poco exagerado?.
-- No, doctor, no. En la iglesia, muchas veces, estamos distraídos; pero aquí rezamos y vamos pensando.
Debemos pensar lo que rezamos; rezar es hablar con Dios y la Virgen.
Cuando decimos el Padre nuestro o el Ave María estamos hablando con Dios y la Virgen y hay que decirlo como cuando hablamos con una persona a quien amamos mucho, despacio y con corazón.
Dice Simón, el padre de Jacinta:
Cuando más me emocioné fue la noche de la Encarnación, porque yo pensaba:
-- Esto, si es cosa de Dios, el día de la Encarnación tiene que haber algo especial.
Llegó el día 24 de marzo de 1962. A las doce de la noche cayó Jacinta en éxtasis en casa, salió a la calle y nosotros con ella. Fue al portal de la iglesia, estuvo un poco allí y se fue a casa de Ceferino adonde había poca gente. Era ya cerca de la una cuando cae Loli en éxtasis también. Salieron a la calle las dos y salíamos con ella y, al salir a la calle, pasaba Conchita en éxtasis con su familia y se juntaron allí las tres.
Van al portal de la iglesia y comienzan a rezar el rosario. Empezaron a cantar los misterios, lo que no habían hecho nunca. ¡Unas voces angélicas!. Y lo que más me emocionó es cuando dijeron:
-- Dice la Virgen que canten todos en voz alta.
Yo cantaba con una emoción grandísima. Todo el que pudo salir de la cama, salió. Cuando se terminó el rosario, todo el pueblo estaba allí. Anduvieron varias veces por las calles, un rosario cantado es largo. Todo el pueblo estaba emocionadísimo.
Después de rezar el rosario yo dije para mi:
-- Mira, para la Encarnación deberían cantar unos cantares.
Es como si adivinasen mis pensamientos, porque se pusieron a cantar cánticos muy bonitos y cuando cantaban los del Ave María, nosotros también cantábamos: ¡Ave, Ave!, ¡Ave María!.
(ESTE CÁNTICO ESTA INCLUIDO EN EL ROSARIO COMPUESTO)
Hombres, mujeres y niños,
ya sabéis nuestro mensaje,
la Virgen quiere se cumpla,
para bien de los hogares.
La Virgen quiere se cumpla,
para bien de los hogares.
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Seguid cristianos la Virgen,
con humildad y fervor,
pedidla nos haga un sitio,
en la celestial mansión.
Pedidla nos haga un sitio,
en la celestial mansión.
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La Virgen nos ha avisado,
con esta, ya van tres veces,
Ay, Virgencita del Carmen,
qué pena nos da la muerte.
Ay, Virgencita del Carmen,
qué pena nos da la muerte.
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Hombres, mujeres y niños,
rezad el Santo Rosario,
para allá en el otro mundo,
hallar el eterno descanso.
Para allá en el otro mundo,
hallar el eterno descanso.
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¡Oh Virgencita del Carmen!,
cuanto gusto nos has dao,
con aparecerte a nos,
con tu Niño tan salao.
Con aparecerte a nos,
con tu Niño tan salao.
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¡Oh Virgen María!, flores te traemos,
el Santo Rosario, a Ti te ofrecemos.
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!,
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!.
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Las modas te arrastran al fuego infernal,
vestid con decencia si os queréis salvar.
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!,
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!.
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¡Oh Virgen María!, tus ojos fijad,
en los corazones del mundo humano.
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!,
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!,
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El 13 de Mayo, la Virgen María,
bajó de los Cielos a Cova de Iría.
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!,
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!.
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De vuestros hijitos, oh Madre escuchad,
la tierna plegaria y dadnos la paz.
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!,
¡Ave, Ave!, ¡Ave María!.
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Sobre este día, dice Maximina (tía y madrina de Conchita) en una carta:
Pero lo más grande fue el domingo, día de la Encarnación.
Empezaron a las nueve y media de la noche y terminaron a las doce. Empezaron el Rosario cantado; luego dijeron que decía la Virgen que cantara toda la gente. Mire, cantábamos todos con una emoción bárbara; no se lo pueden figurar.
Fuimos cantando al cementerio; allí, de rodillas, rezaron un misterio; era a la puerta, cuando en esto Conchita que estira un brazo, con el crucifijo en la mano, a través de las rejas de la puerta, y parecía que le estaba dando a besar. Conmovía. Hasta a los corazones más duros.
Luego volvimos otra vez por el pueblo, cantando hasta terminar. Se cantó la Salve, el "Cantemos al Amor de los amores", y luego otros cantares que discurrían ellas estando en éxtasis; y decían ellas:
-- ¡Ay, qué contenta está la Virgen, porque hay mucha gente!; ¡Cómo sonríe y cómo nos mira a todos!.
Rosario cantado a la vez en los Pinos y en el Pueblo.
El 28 de Julio de 1962 las cuatro niñas videntes cantaron el Rosario pero lo extraordinario fue que dos de las niñas estaban en los Pinos y las otras dos en el pueblo pero ellas lo cantaban a la vez, como cuando estaban juntas, y aquel rezo simultáneo que se oía a la vez en lo alto, en los Pinos, y en el pueblo fue una escena maravillosa.
El 7 de Octubre de 1961, fiesta de la Virgen del Rosario, también rezaron un Rosario maravilloso y cantaron cánticos que ellas mismas componían y la Virgen las ayudaba. El mismo día del año siguiente, 1962, Conchita anduvo por el pueblo una hora cantando el Rosario de un modo precioso. Decía Aniceta, su madre:
-- que su hija, en estado normal, cantaba mal pero en éxtasis se transformaba y lo hacía de maravilla.
Un suceso singular tuvo lugar a primeros de noviembre de 1962.
En este mes de noviembre, la atención de las niñas a favor de los difuntos no podía faltar. De aquí, sus visitas en éxtasis al Cementerio.
Dice Maximina en una carta (6-XI-62):
«Ahora es, muchos días, el rosario cantado por el pueblo. Conchita va mucho al cementerio, y el otro día fueron ella y María Dolores. Andaban cantando el rosario; ahora nos mandan que cantemos todos, y fuimos con ellas al cementerio; allí dejaron de cantar y rezaron con muchísima devoción; nunca entran dentro, pero ese día abrió Conchita la puerta y entramos. ¡Ay!, ¡no saben el respeto tan grandísimo que nos dio a todos!»
En Garabandal, era una bendición este recuerdo diario que se tenía de las Almas del Purgatorio; al atardecer, todos los días, salía una mujer del pueblo tocando una campanilla para que todos rezasen por las Almas del Purgatorio.
Dice Miguel, el hermano de Jacinta:
Muchas veces las niñas, en éxtasis, tenían costumbre de ir a llevar el Crucifijo a las personas enfermas y ancianos. Algunas veces a uno que era muy anciano o que estaba ya para morir o que estaba muy enfermo, iban allá por la noche y rezaban dos o tres Rosarios con él.
De esto mismo nos dice Don Juan Álvarez Seco:
Yo he rezado el santo Rosario con las videntes y con la Virgen, al igual que otras personas que también seguían a Conchita; en uno de los misterios se dirigía al Cementerio, por un camino lleno de agua y cieno.
¡Qué rosario más bien rezado por las videntes, y con cuánta devoción lo hacíamos los que las acompañábamos!.
En Garabandal se rezaba el Rosario todos los días en la Iglesia.
Dice Miguel, el hermano de Conchita:
Cuando era joven y trabajaba en el campo, la campana de la Iglesia del pueblo tocaba al mediodía. Todos parábamos de trabajar, incluso los que estaban con el ganado, y rezábamos el Ángelus. Después, a la tarde, todos, hombres, mujeres, niños, todos volvían a sus casas para luego ir a rezar el Rosario en la Iglesia. Y esto sucedía cada día.
María Madre nuestra.
El día 1 de Agosto de 1961, a las 12, hora del "Ángelus", se oyó muy claramente a las niñas rezar el Avemaría con una preciosa añadidura:
-- Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros ...
A la Virgen le agradaba muchísimo que lo rezasen así pero indicó que no rezasen habitualmente así el "Santa María" hasta que fuese aprobado por la Iglesia.
Un Rosario maravilloso sobre la nieve.
Una noche, Conchita tenía ya dos llamadas, por lo que la entrada en trance de la niña podía esperarse de un momento a otro. Aniceta nunca la dejaba sola en tales circunstancias, y menos de noche; pero en aquella ocasión se le arreglaba muy mal el quedarse ella misma pendiente de Conchita; rogó entonces a Aniceto que, en vez de ir a acostarse, se quedara al lado de su hermana.
Hacia las dos y media de la madrugada, Conchita cayó en éxtasis y salió de casa. Cetuco tomó una linterna y la siguió. Era una noche de invierno, blanca por la nieve y rigurosamente fría. Como volando por encima de toda aquella blancura, Conchita hizo presurosa el difícil camino de los Pinos. A Cetuco se le quitó el frío con su esfuerzo por seguirla.
Un rato más tarde, Aniceta, bien abrigada, se echó igualmente a la calle para reunirse con sus hijos. Era impresionante el frío; pero más aún, el silencio de todo y el apagado resplandor de la nieve. Cuando, al fin jadeante, llegó a los Pinos, Aniceta quedó como muda ante la escena que veían sus ojos: allí estaban, sobre la nieve, sus dos hijos, de rodillas y rezando. Conchita absorta en su Visión dirigía el Rosario; Cetuco, con toda devoción iba respondiendo.
Al cabo de un rato, Conchita se levantó; entonces la madre se adelantó a bajar, para prepararle de algún modo el camino, apartando la nieve en los pasos más difíciles. Fue una precaución inútil, pues la niña, ¡de rodillas y de espaldas!, se deslizaba hacia abajo sobre aquella capa blanca, como siguiendo una trayectoria que invisiblemente se le trazase.
Tan extraordinaria marcha extática fue a terminar detrás de la casa materna, en la calle o callejuela que meses más tarde había de ser escenario del "milagro de la comunión visible".
Dice Piedad:
Otra noche, tronaba muchísimo. También nevaba. Me asomo a la ventana a ver lo que pasaba y veo venir por allá a Aniceta con Conchita en éxtasis. Granizaba; Conchita andaba así: los brazos extendidos y la cabeza para arriba y llevaba una Cruz en la mano.
Le daban los granizos en la cara. Yo lloraba al ver a la cría. Entonces yo cogí una manta, me echo la manta encima y bajé; era como a eso de las once o las doce de la noche. No había nadie más que su madre con ella.
Fuimos hasta la iglesia, por donde vive Pepe; fuimos al cuadro. Una granizada terrible, y venga los granizos dándole a ella. Yo me estremecía, y Conchita nada, natural. Después se metió en casa y me dijo su madre:
-- Si quieres entrar, hija mía, entra.
Digo yo:
-- ¡Ay!, ya me voy; es que me dio muchísima lástima de ti, Aniceta.
Y me vine para casa.
Dice Mari Loli:
La Virgen me hace reconocer también cuándo una persona necesita que se rece por ella.
Una vez me dijo de una persona que no rezaba el rosario, y la persona ésa me mandó que le dedicase una estampa. Yo en ella le puse que tenía que rezar el rosario, y ella entonces se echó a llorar y me dijo:
-- ¿Quién te ha dicho que yo no rezo el Rosario?.
Luego me ha escrito y me ha dicho que desde aquel día ya no ha dejado de rezarlo.
A.M.G.D y la B.V.M
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