¡AY DE AQUEL QUE PIERDA LA FE, UN TESORO IRREEMPLAZABLE!
Hijos de Dios, cuantos de vosotros sois como Mis Apóstoles que ante la adversidad espiritual que se os avecina, Me abandonareis y huiréis y Me negareis por realidades o situaciones más cómodas y menos complicadas. Yo, Jesús, os hablo.
Sí hijos, sí, sacerdotes que ahora parecéis personas santas y honorables, seréis vencidos por el temor, por la comodidad y por no querer dejar vuestra posición idónea que ahora vivís, y eso hijos será vuestra perdición, PERDICIÓN ETERNA.
Son pocos los sacerdotes que desearán complicarse la vida por Mí y dar la cara por Mi doctrina y Mis dogmas, y Satanás que lo sabe porque lo ve venir y porque os está trabajando hace tiempo, se frota las manos en señal de triunfo. Yo, Jesús, os hablo.
Pero hay almas, muchas almas pequeñitas, sencillas, sin brillo alguno socialmente, que Me serán fieles hasta en lo más insignificante, y no Me venderán por nada ni por nadie, y esas almas, serán Nuestro consuelo a Mi Madre y a Mí, porque quien persevere hasta el final, ese se salvará (Mt 24,13). Yo, Jesús, os hablo.
Habéis dejado muchos de vosotros la oración, después el breviario, después la confesión, y así sin la fuerza de estas armas es fácil venceros, porque ya estáis predispuestos a negarme en todos los aspectos. ¡Ay de aquel que pierda la fe, un tesoro irreemplazable! ¡Único! Ese perderá lo más grande que el Cielo le ha podido dar, porque ni la vida, ni la reputación, ni todos los sentidos corporales, son tan valiosos como lo es la fe, y esta llama que es la fe, la tenéis que avivar constantemente con oración, sacramentos y el cumplimiento sagrado de vuestro ministerio. Yo, Jesús, os hablo.
Os molestan estos mensajes porque os sentís identificados y censuráis al instrumento, pero Soy Yo, Jesús de Nazaret quien os habla y os advierte, y cualquier minucia que dejéis pasar por alto en vuestro ministerio sagrado, os puede costar muy caro en la vida del alma, porque os pudiera hacer perder la salvación eterna. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.
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