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miércoles, 4 de diciembre de 2013

ORAD EN CADENA HIJOS MÍOS, PARA QUE SEA ABOLIDA EN MI IGLESIA LA COMUNIÓN EN LA MANO


¡ORAD EN CADENA HIJOS MÍOS, PARA QUE SEA ABOLIDA EN MI IGLESIA LA COMUNIÓN EN LA MANO Y LOS LAICOS DANDO COMUNIÓN, PORQUE ESTE SACRILEGIO HACE LLORAR AL CIELO Y ENTRISTECE A MI PADRE!






LLAMADO URGENTE DE JESÚS SACRAMENTADO AL MUNDO CATÓLICO


Mis hijos, que mi paz esté con vosotros.

Todo está llegando a su límite, así mi Padre lo ha dispuesto. El tiempo de la misericordia se está agotando, falta muy poco para que se consuma en su totalidad. Muy pronto vendrá el tiempo de la justicia y todo cuanto veis en la creación será transformado; con el aviso y milagro terminará el tiempo de la misericordia.

El cielo sigue advirtiéndole a la humanidad para que se prepare a este gran acontecimiento que transformará sus vidas. Qué tristeza que muchos no quieren creer y continúan en su cotidianidad haciendo caso omiso a nuestros llamados; hijos de poca fe, si los acontecimientos descritos en la Santa Palabra y en los mensajes que venimos dándole a la humanidad a través de los profetas de estos últimos tiempos no se han cumplido, es por misericordia de mi Padre que se ha abstenido por la intercesión de mi Madre, a que todo se cumpla. El cielo junto con mi Madre intercede por esta humanidad, pero cuando se agote el último segundo de misericordia, todo se desatará. Entended que mi Padre no se complace con la muerte del pecador.

Orad en cadena hijos míos, para que sea abolida en mi iglesia la comunión en la mano y los laicos dando comunión, porque este sacrilegio hace llorar al cielo y entristece a mi Padre. Acordaos que el poder de la oración en cadena, el ayuno y la penitencia, todo lo derrumba.

Me duele y entristece ver cómo muchos laicos y religiosas profanan mi divinidad, tomándome en la mano y otros dándome, como si yo fuera un objeto material o un pedazo de pan; no se dan cuenta que soy yo vivo y real quien se hace vida en vosotros en la sencillez de una historia consagrada. Mirad cómo me ultrajáis, ¿este es el pago que recibo por mi amor? Muchas almas están en las profundidades del purgatorio y otras se han condenado por esta vil profanación. Noli Me Tangere, ¡no me toques!, porque vuestras manos no son dignas de recibirme y de darme, este ministerio sagrado solo lo he conferido a mis Sacerdotes, Obispos, Cardenales y el Papa, sólo manos consagradas por la unción sacerdotal pueden tocarme.

Haced buenas confesiones, mortificad vuestros sentidos y orad con el salmo 51, que le di a mi siervo David antes de recibirme; si no participáis de mi cena pascual, no podéis alimentaros de mi cuerpo y de mi sangre; os digo esto, porque muchos llegan al final del santo sacrificio a recibirme como si fuera algo mundano lo que reciben. Otros me reciben en pecado mortal, no sabiendo que con esto se están bebiendo el cáliz de su propia condenación.

Debéis de confesaros mínimo cada mes, pero si cometéis faltas graves debéis de hacerlo de inmediato; muchos llevan meses sin confesarse, porque según ellos no tienen pecados; os digo, que todos sois pecadores, solo Dios es Santo. ¡Oh qué engañados que estáis y qué falta de evangelización en mi Iglesia!. Os recuerdo las palabras de mi salmo 51 cuando dice: en maldad yo fui formado y en pecado me concibió mi madre (Salmo 51, 7).

Qué tristeza siento al ver a muchos de mis hijos, recibiendo mi Cuerpo y mi Sangre, sin haberse confesado primero. La apostasía ha entrado a mi Casa, muchas de mis Casas permanecen vacías y otras en museos se han convertido y yo, permanezco olvidado en el silencio de sus sagrarios. ¡Oh, qué ingratitud, la soledad y la tristeza me embargan! ¡Qué dolor siento al ver a la inmensa mayoría de la humanidad tan perdida! Cuando lleguen los días de oscuridad, ya no vais a tener mis casas abiertas, entonces, clamaréis: Señor, Señor, dónde estáis, ven sálvanos y ya no habrá quien os escuche.


Venid a visitarme, no me dejéis solo, es vuestro Padre y vuestro Salvador quien os espera; no desaprovechéis la fuente de mi misericordia que os estoy brindando; venid a calmar vuestra hambre y a saciar vuestra sed; os estoy esperando con los brazos abiertos, para daros mi amor, mi perdón y mi vida en abundancia.
 
Vuestro Amado, Jesús Sacramentado.

Dad a conocer este mensaje a toda la humanidad.
 








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